Sistemas ciber-físicos, industria y productos inteligentes, Internet of Things, hiperconectividad, Big Data, impresión 3D… son conceptos que leemos y escuchamos cada vez con mayor frecuencia y con los que nos vamos familiarizando cada vez más y, la verdad, es que no es para menos. La denominada Industria 4.0, considerada la cuarta revolución industrial, es ya una realidad imparable, que crece a un ritmo vertiginoso y que promete generar disrupciones y cambios radicales en muchos de los procesos, productos y modelos de negocio tal y como los conocemos actualmente.
Esta cuarta revolución industrial está impulsada por la transformación digital, y se caracteriza fundamentalmente porque, tal y como refleja el informe “La transformación digital de la industria española”, del Ministerio de Industria, Energía y Turismo, “estas tecnologías digitales permiten la hibridación entre el mundo físico y el digital, es decir, posibilitan la vinculación del mundo físico (dispositivos, materiales, productos, maquinaria e instalaciones) al digital (sistemas). Esta conexión habilita que dispositivos y sistemas colaboren entre ellos y con otros sistemas para crear una industria inteligente“.
En este contexto, la digitalización de la industria conlleva un conjunto de beneficios clave para el desarrollo y la competitividad, tales como: dinamización de la economía, flexibilidad en la producción, mayor capacidad de personalización, optimización de la toma de decisiones, aumento de productividad, nuevas oportunidades de negocio, etc.
Factor Humano en la Industria 4.0
A pesar de la evolución exponencial que ha experimentado la industria en cada una de sus “revoluciones”, especialmente en la que nos hayamos inmersos, si hay algo que ha permanecido constante, como un factor común a todas y cada una de ellas, ha sido precisamente el Factor Humano.
Actualmente, la Inteligencia Artificial (IA) es capaz de aprender por sí misma, de mostrar rasgos propios de la inteligencia humana. Sin embargo, carece de otras cualidades clave como el sentido común, la conciencia o las capacidades sociales y creativas.
De hecho, en el año 2.020, las habilidades más demandadas en el ámbito laboral serán las relativas a la resolución de problemas complejos y las de relación social, según el World Economic Forum. Se requerirán, además, capacidades creativas, de liderazgo y de cocreación.
El éxito de las empresas radicará en que, dentro de ese contexto de desarrollo social y tecnológico, sean capaces de adaptarse y potenciar aquello que nunca será reemplazado, aquello que aporta racionalidad y emocionalidad humana a los procesos, productos y modelos de negocio; es decir, el Factor Humano.
Integrar el Factor Humano en la Industria 4.0
La International Ergonomics Association (IEA), define la ergonomía (también denominada factores humanos) como “una disciplina científica de carácter multidisciplinar, que estudia las relaciones entre el hombre, la actividad que realiza y los elementos del sistema en que se halla inmerso, con la finalidad de disminuir las cargas físicas, mentales y psíquicas del individuo y de adecuar los productos, sistemas, puestos de trabajo y entornos a las características, limitaciones y necesidades de sus usuarios; buscando optimizar su eficacia, seguridad, confort y el rendimiento global del sistema“.
Atendiendo a esta definición parece que la necesidad de integrar el factor humano como epicentro de cualquier desarrollo, está más que justificado si se quiere cumplir con los objetivos y expectativas de la Industria 4.0.
Sin embargo, la dificultad surge muchas veces acerca de cómo podemos llevar esto a cabo, qué metodologías emplear, qué recursos tecnológicos existen, quién puede ayudarnos a alcanzar esa integración, etc.
Innovación Centrada en las Personas
A ese respecto, probablemente la filosofía de trabajo actual más próxima a este objetivo sea el Design Thinking, o pensamiento de diseño, del que ya hemos hablado anteriormente en este mismo blog.
El Design Thinking se cimenta en la empatía, el pensamiento visual y la creatividad, conceptos íntimamente ligados a las habilidades y capacidades laborales previstas para el año 2020, de las que ya hemos hablado antes. Se caracteriza, principalmente, por estar centrado en las personas, ser colaborativo, ágil e integrador.
Además, el imparable avance de la investigación en neurociencias y el desarrollo de dispositivos neurotecnológicos sirven como complemento ideal a este tipo de metodologías para profundizar en el conocimiento de las personas: dispositivos portátiles de electroencefalografía (EEG) para medir niveles de atención o memoria, biosensores para la medición de los niveles de activación e impacto emocional, sistemas eye tracking para el análisis del comportamiento y la atención visual, etc.
Este tipo de dispositivos, integrados en una metodología de trabajo centrada en las personas, nos ayudan a:
- Detectar las necesidades y expectativas latentes, aquellas que son inconscientes o imposibles de verbalizar y que pueden resultar claves para alcanzar los objetivos.
- Conseguir una integración real del factor humano a nivel de procesos, productos y modelos negocio que garantice la adecuación sistema-entorno-persona.
- Sincronizar el desarrollo del talento con la introducción de tecnologías digitales.
- Maximizar la eficacia y la eficiencia de los procesos productivos.
- Satisfacer las expectativas reales de las personas dentro de la cadena de valor.
Fuente: prevenblog.com